16 de febrero de 2013

Colombia

Hace unos días regresé de una intensa semana en la que hice de turista y tallerista, junto a excelentes personas que jamás me hubiera imaginado conocer, pasé por Cartagena y Bogotá, dos bellos lugares que me encantaría sin duda  volver a visitar.
El plus de Cartagena, obviamente fue el taller de fotografía que junto a 14 fotógrafos de distintos países tuvimos la oportunidad de realizar con Pablo Corral Vega, quien no solo es  un gran fotógrafo, sino también un gran docente.
Fue gracias a este taller que conocí el Barrio Nelson Mandela, en Cartagena. Un lugar al que por más que me lo imaginé cientos de veces antes de estar ahí, nunca me aproximé a lo que en realidad resultó ser.
Me vi sumergido en la verdadera hermosura de la gente, de su forma de hablar, del color, el calor, el olor a frutas, arepa y sopa que se respira en sus calles de tierra que suben y bajan.
Lo imposible (obvio) fue conseguir una foto que resumiera por lo menos la mitad de las sensaciones que sentí en el Mandela, en lo poco que conocí de Cartagena, ni mucho menos algo que se aproximara un poco a Colombia, nada nada, completamente imposible.
No me alcanzarían nunca las palabras para agradecerle a tod@s las personas que hicieron que este viaje sea posible, a mis compañeros en ZUR, a mi familia, mis amigos, colegas y tod@s aquellos que creen en mi trabajo.
Gracias a tod@s los compañer@s talleristas, a tod@s las personas que trabajaron día y noche desde la FNPI, para que esto fuera posible, a los organizadores, a Pablo y Ariadna.
Se que cada uno (si es que leen esto claro) sabrá a que me refiero, y entenderá que siempre estaré agradecido.

Gracias a tod@s por haber hecho posible este primer viaje.

A.



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